—No tengan miedo. Solo quédense quietos y observen cómo el Señor los rescatará hoy. Esos egipcios que ahora ven, jamás volverán a verlos. El Señor mismo peleará por ustedes. Solo quédense tranquilos. Éxodo 14:13-14
El pueblo de Israel había salido de la esclavitud de Egipto y ahora daban vueltas en el desierto guiados por Dios, pero ellos no sabían a donde se dirigían. De pronto se encuentran atrapados: adelante el mar rojo y detrás el ejército del faraón pisándoles los talones, respirándoles en la nuca.
¿Cuál fue la reacción inmediata? Temor.
Entonces clamaron al Señor y le dijeron a Moisés:
—¿Por qué nos trajiste aquí a morir en el desierto? ¿Acaso no había suficientes tumbas para nosotros en Egipto? ¿Qué nos has hecho? ¿Por qué nos obligaste a salir de Egipto?¿No te dijimos que esto pasaría cuando aún estábamos en Egipto? Te dijimos: “¡Déjanos en paz! Déjanos seguir siendo esclavos de los egipcios. ¡Es mejor ser un esclavo en Egipto que un cadáver en el desierto!”. Éxodo 14:11-12
Para que el temor sea legítimo, debe tener dos atributos. Tiene que estar presente y tiene que ser poderoso. Es decir, tiene que estar cerca y ser capaz de hacer daño.
Los israelitas se enfocaron en el temor y no en Dios, quien de día los cubría con una nube y de noche los cuidaba con una columna de fuego.
El temor te paraliza, el temor te asfixia, el temor te agota, te encandila, el temor te debilita, te detiene, te vuelve presa fácil.
Entre más te enfoques en el temor más poderoso se volverá. Entre más te enfoques en el temor más fácil serás una presa.
Moisés no se enfocó en el temor, Moisés se enfocó en Dios
Moisés les dijo:
—No tengan miedo. Solo quédense quietos y observen cómo el Señor los rescatará hoy. Esos egipcios que ahora ven, jamás volverán a verlos. El Señor mismo peleará por ustedes. Solo quédense tranquilos.
No tengas miedo, quédate tranquilo, el Señor pelea por ti. Si confías en Dios, eso que te atemoriza no volverás verlo.
Dios marcha detrás y al frente de ti.
Porque Dios ha dicho:
“Nunca te dejaré;
jamás te abandonaré
Así que podemos decir con toda confianza:
El Señor es quien me ayuda; no temeré.
¿Qué me puede hacer un simple mortal?” Hebreos 13:6
Oremos:
Me someto a ti Dios, y resisto al diablo con todas sus mentiras y engaños y Satanás huye ahora de mi presencia. Dios tu eres amor y en al amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa afuera todo temor. Señor hoy decido confiar y enfocar la mirada solo en ti y en el nombre de Jesús el temor desaparece. Amén