Orgullo en sentido negativo, es confiar en nosotros mismos, o en cualquier otra cosa que no sea Cristo.
En nuestro engaño creemos que necesitamos ser exaltados, así que buscamos subir, inflándonos a nosotros mismos.
Orgullo es estima propia exagerada que ciega a su poseedor a las debilidades y peligros. El orgulloso cree que su forma de hacer las cosas y sus preferencias son mejores que las de otros. El orgulloso es altivo, soberbio, arrogante, piensa que es mejor que los demás, por lo tanto, termina negando a Dios debido a su autosuficiencia.
El orgulloso está en la senda de la humillación y la destrucción. Por el orgullo han caído pueblos y naciones.
Jesús estaba terminado de compartir la última cena con sus discípulos y estos empezaron a discutir quien sería el más importante entre ellos, se presentó allí un altercado por poder.
Jesús les dijo: «En este mundo, los reyes y los grandes hombres tratan a su pueblo con prepotencia; sin embargo, son llamados “amigos del pueblo pero entre ustedes será diferente. El más importante de ustedes deberá tomar el puesto más bajo, y el líder debe ser como un sirviente. ¿Quién es más importante: el que se sienta a la mesa o el que la sirve? El que se sienta a la mesa, por supuesto. ¡Pero en este caso no!, pues yo estoy entre ustedes como uno que sirve». Lucas 22:25-26 NTV
Los gobernantes son orgullosos, los tratan a ustedes con prepotencia y los explotan y ustedes se quieren parecer a ellos; no solo pelan como ellos si no pelean por ellos.
Jesús le dice: entre ustedes no debe ser así. !Tengan cuidado con el orgullo!
Y le dice a Simón Pedro:
«Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo«. Lucas 22:31 NTV
El orgullo le abre una puerta a Satanás y mientras nosotros nos peleamos por poder, por posición, por influencia, el enemigo nos zarandea generando guerras, odio y división y terminamos negando a Jesús como lo hizo Pedro.
Satanás busca que lo ignoremos, que pensemos que la lucha es entre nosotros, así logrará dividirnos «Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y toda ciudad o familia dividida contra sí misma no se mantendrá en pie».
Jesús oró para que fuéramos uno. La clave de la unidad es la humildad. La falta de unidad viene del orgullo.
OREMOS
Señor gracias por que tu oraste para que no nos faltara la fe,
Señor gracias por que tu oraste para que fuéramos uno.
Confieso que he creído que mi forma de hacer las cosas y mis preferencias son mejores que las de otros. Te pido que me reveles cómo este pecado de orgullo me ha sido un problema, para que yo lo deje atrás. En el nombre de Jesús. Amén.